jueves, 30 de agosto de 2012

Tomates verdes fritos: el secreto de su salsa por Pata

Después de ver esta película –hace ya más de 20 años– siempre me quedaron esas ganas de probar unos ricos tomates verdes fritos. Cosa que aún no hago, y que tal vez lo tenga pendiente a propósito para mantener viva la fantasía de su sabor. Ese sabor que traspasaba la pantalla, y que me convencía de que era maravilloso.
Ruth & Idgie en el Whistle Stop Café
      Al enfrentarme nuevamente con la película, con unos años más en el cuerpo y una visión (más) crítica de las películas (y de todas las cosas en general), me sorprendí al no haber perdido esa sensación que me causó a los cinco años. Me pasa que cuando vuelvo a enfrentarme a una cinta que no veo hace tiempo, es muy probable que deje de gustarme o ponga en evidencia mi pésimo gusto en algunos períodos de mi vida (alguna vez Grease fue mi película favorita. Comprenderán porqué salió de mis top one, no así la música, y por supuesto, tampoco John Travolta).
      El film, liga dos relatos paralelos a través de los recuerdos que Ninny Threadgoode, una octogenaria que pasa sus días en un asilo, le narra a Evelyn, una mujer de 40 y tantos, con un matrimonio y vida agotados. La anciana dedica las visitas de Evelyn para relatarle las aventuras de Idgie y Ruth en la Alabama de los años 30'.
      El racismo, es uno de los ejes que cruza la historia de las protagonistas de la historia de Miss Threadgoode, quienes logran refugiarse de las discriminaciones de la época en el Whistle Stop Café. El lugar de encuentro de todos los parroquianos que iban por los deliciosos fried green tomatoes ('served hot'). Plato que será la permanente puerta de regreso al pasado de Ninny, y el umbral para que su amiga del presente, Evelyn, tome las riendas de una vida que trata de llenar de comida, en vez de vaciarla de sus problemas y temores.
      Es por  medio de las recetas y el olor a recién cocinado, que las tramas de Tomates Verdes Fritos se van tejiendo. La comida y un fuego encendido mantienen viva las relaciones humanas de las mujeres que encuentran en ella un escape, una salvación o una fuente de nostalgia.
      La lucha femenina (en toda época), el amor subyacente en una profunda amistad, incluso un asesinato, son algunas de las tantas huellas que marcan el camino de una historia –que puede resultar al borde de lo cursi, pero que no deja de tocar esas fibras sensibleras que trato de esconder– que hay que degustar y saborear como un buen plato de tomates verdes fritos.

 
 Tomates Verdes Fritos (1991), Jon Avnet
Puedes verla aquí (pero sin subtítulos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario